jueves, 24 de septiembre de 2015

Fuegos artificiales

Supongo que los cursos escolares han provocado este fenómeno en mi, pero yo cuento los años de una manera diferente. En mi cabeza el año empieza en septiembre y acaba en junio, pero no cualquier día de junio. Tampoco el día en que te dan la eterna libertad en la escuela y que empieza el verano. Mi año acaba con fuegos artificiales, lo cual es maravilloso y os diré porque. En la ciudad dónde vivo, tienen la tradición de acabar las fiestas con fuegos artificiales. En este contexto, los fuegos representan el final de esos días de locura y desparrame, la vuelta a la normalidad, el bum final de las fiestas. Ya hace unos años que para mí representan algo más. Desde bien cría, cuando me siento a ver esos fuegos artificiales no puedo evitar hacerme un balance mental de lo que ha sido mi año. De los logros conseguidos y los errores cometidos, repasando, paso a paso, cada día de esos nueve meses. De todos estos balances he aprendido que cada año de mi vida ha sido total e imprescindible en el transcurso de esta. 

Nos posicionamos pues en el último balance. Junio 2015, fuegos artificiales. No podría haber sido un año más maravilloso. Joder que si lo fue. Fue el año en el que fui valiente, el año en el que hice lo que nunca creí, el año en que luche, el año en que caí, el año en que gané. Pero las cosas no se quedan aquí, ya comienza septiembre. Porque somos capaces de conseguir cualquier cosa. 

Nueva aventura. 

¡Sed buenos si podéis! 

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